lunes, 7 de enero de 2019

Silencios...

Hace unos meses una tía se extrañó de que había pasado un tiempo sin saber de mí. En ese momento ella pasaba por circunstancias difíciles e interpretó que yo la estaba dejando de lado. Cuando finalmente hablamos, pude explicarle que yo estaba pasando también por varias cosas y que en ese momento lo único que yo quería era concentrarme en mis propios asuntos. Le dije que cuando yo me ausento o me aíslo es porque no me siento bien y necesito tiempo.

Escribo este post después de un tiempo porque los últimos meses de 2018 fueron un poco difíciles, estresantes y llenos de actividades. Necesitaba un descanso, un tiempo fuera. Al final, la influenza que pesqué a fin de año me dio varios días de descanso en cama, aunque no era así como esperaba pasar mis días de asueto.

En fin... ¿Se sienten identificados con esta sensación de querer escapar del mundo, aunque sea por un momento? No hablo de morir, hablo de simplemente desvanecerse para cobrar fuerzas y regresar cuando las aguas se hayan calmado.

O tal vez pueden pensar en alguna persona, un amigo o familiar, que ocasionalmente pase por este tipo de periodos de aislamiento. Les digo que si padecen algún tipo de depresión, o son propensos a deprimirse, estas ausencias son comunes y hasta necesarias.

Si ven que sus amigos o familiares se distancian, se aíslan y de pronto andan muy silenciosos, tal vez sea que en ese momento es cuando más necesitan de ustedes, pero no se los van a decir. Muchos no sabemos pedir ayuda. O no nos gusta hacerlo. Pero en el fondo, la mayoría necesitamos una mano amiga que nos ayude a salir del atorón, porque en ese momento no podemos hacerlo solos. Simplemente no tenemos las herramientas emocionales. Estamos asustados y buscamos algo de fuerza en lo más recóndito de nuestro ser, mientras pedimos un milagro para que todas las cosas a nuestro alrededor se solucionen...

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