jueves, 25 de octubre de 2018

Depresión marital

Había leído y escuchado hablar sobre el desgaste de las mujeres casadas contra las solteras. Es mucho mayor. Es de esos datos que uno lee y piensa: "OK, interesante", pero en realidad no se tiene conciencia de lo que hay detrás del dato; es solo una cifra, una estadística.

Hoy ya sé que verdaderamente las mujeres casadas tenemos un mayor nivel de estrés y cansancio -y más si somos madres de familia. Y es que eso de tener que atender marido, hijos, mascotas (si es que se tienen), asuntos de la casa, hacer la comida, atender que la señora de la limpieza haga bien su trabajo y encima hacer mi propio trabajo implica desgastantes y largas jornadas.

Y si esto es realidad para todas las mujeres casadas, es aún peor para quienes sufrimos algún nivel de depresión. (Ahora te entiendo mejor, hermana.)

Antes de venir a vivir con mi pareja estaba sola con mi hija. La señora de la limpieza solo iba tres veces a la semana y en ocasiones no veía a mi novio los fines de semana, lo que me daba la oportunidad de descansar y recargar pilas. Incluso había días en los que no me bañaba si no estaba de ánimos (no muy seguido, pero un par de veces al mes, tal vez) y no me preocupaba porque sabía que mi marido no me vería desaliñada y deprimida. 

Hoy, casi se cumplen tres meses de mi vida en pareja, en familia. Y me siento desanimada.

No, no he tenido problemas de pareja. No, no tengo motivos específicos. Simplemente me siento cansada, desgastada, anímicamente decaída y con muchas ganas de hacer nada.

Y es que desde que llegué aquí realmente no he tenido la oportunidad de dejarme ir sin hacer nada, como hacía ocasionalmente cuando estaba triste. Aquí todos los días hay gente, tengo a mi suegra en la planta baja (y de alguna forma me toca estar pendiente de ella, que ya tiene demencia senil), la señora de la limpieza viene casi diario y los momentos que podría estar sola tengo que aprovechar para trabajar.

Ahora tengo que procurar no solo a mi hija, sino a mi marido, y eso implica tratar de que me vea bien. Por lo menos que me vea bañada todos los días... aún cuando yo no me sienta de ánimos para hacerlo.

Siento que estoy forzándome a hacer las cosas. Y no es que no esté contenta; no es que no quiera la vida de casada. Es solo que verdaderamente implica mayores esfuerzos y cuando hay desgaste físico y emocional, entonces la depresión se abre camino con más facilidad. Es como cuando la gripe encuentra un cuerpo con las defensas bajas y aprovecha la oportunidad. Es exactamente lo mismo, pero emocionalmente.

Y aquí estoy, escribiendo estas líneas, tratando de desahogarme para deshacerme de lo que me acongoja. Forzándome cada día a hacer cosas que no quiero hacer, como levantarme, bañarme, trabajar, salir de la casa y hasta sonreír.

Solo quiero unas vacaciones...

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