Había leído y escuchado hablar sobre el desgaste de las mujeres casadas contra las solteras. Es mucho mayor. Es de esos datos que uno lee y piensa: "OK, interesante", pero en realidad no se tiene conciencia de lo que hay detrás del dato; es solo una cifra, una estadística.
Hoy ya sé que verdaderamente las mujeres casadas tenemos un mayor nivel de estrés y cansancio -y más si somos madres de familia. Y es que eso de tener que atender marido, hijos, mascotas (si es que se tienen), asuntos de la casa, hacer la comida, atender que la señora de la limpieza haga bien su trabajo y encima hacer mi propio trabajo implica desgastantes y largas jornadas.
Y si esto es realidad para todas las mujeres casadas, es aún peor para quienes sufrimos algún nivel de depresión. (Ahora te entiendo mejor, hermana.)
Antes de venir a vivir con mi pareja estaba sola con mi hija. La señora de la limpieza solo iba tres veces a la semana y en ocasiones no veía a mi novio los fines de semana, lo que me daba la oportunidad de descansar y recargar pilas. Incluso había días en los que no me bañaba si no estaba de ánimos (no muy seguido, pero un par de veces al mes, tal vez) y no me preocupaba porque sabía que mi marido no me vería desaliñada y deprimida.
Hoy, casi se cumplen tres meses de mi vida en pareja, en familia. Y me siento desanimada.
No, no he tenido problemas de pareja. No, no tengo motivos específicos. Simplemente me siento cansada, desgastada, anímicamente decaída y con muchas ganas de hacer nada.
Y es que desde que llegué aquí realmente no he tenido la oportunidad de dejarme ir sin hacer nada, como hacía ocasionalmente cuando estaba triste. Aquí todos los días hay gente, tengo a mi suegra en la planta baja (y de alguna forma me toca estar pendiente de ella, que ya tiene demencia senil), la señora de la limpieza viene casi diario y los momentos que podría estar sola tengo que aprovechar para trabajar.
Ahora tengo que procurar no solo a mi hija, sino a mi marido, y eso implica tratar de que me vea bien. Por lo menos que me vea bañada todos los días... aún cuando yo no me sienta de ánimos para hacerlo.
Siento que estoy forzándome a hacer las cosas. Y no es que no esté contenta; no es que no quiera la vida de casada. Es solo que verdaderamente implica mayores esfuerzos y cuando hay desgaste físico y emocional, entonces la depresión se abre camino con más facilidad. Es como cuando la gripe encuentra un cuerpo con las defensas bajas y aprovecha la oportunidad. Es exactamente lo mismo, pero emocionalmente.
Y aquí estoy, escribiendo estas líneas, tratando de desahogarme para deshacerme de lo que me acongoja. Forzándome cada día a hacer cosas que no quiero hacer, como levantarme, bañarme, trabajar, salir de la casa y hasta sonreír.
Solo quiero unas vacaciones...
Historias de vida de mujeres que han aprendido a lidiar día tras día con la depresión y sus efectos...
jueves, 25 de octubre de 2018
miércoles, 17 de octubre de 2018
Depresión post-viaje
Aquí estoy, ya de regreso después de un viaje de una semana. Un viaje lleno de experiencias maravillosas y vistas memorables. Un viaje muy cansado pero productivo. Una oportunidad única que aproveché hasta el último momento. Pero hoy, tres días después de estar en casa, me siento cansada, con mucho sueño y ojos pesados... me siento depre sin razón.
Solo alcanzo a suponer que me siento así como resultado del estrés del viaje. Después de llegar a casa pude relajarme finalmente y es como si al irse el estrés me viniera encima el peso de todas las emociones que sentí, positivas y negativas.
No tengo más que agregar. En realidad no hay un motivo, pero amanecí cansada, con mucho sueño y triste. Deprimida. Y tengo tantas cosas que hacer y tanto trabajo que me agobia la idea de tener que ponerme al día. Pero cuando se está así difícilmente se puede avanzar paso a pasito...
Como sea, hoy logré sacar tres traducciones para cumplir con mi trabajo. Cosa de nada. Pero quienes viven con depresión saben que esto es ya un logro.
Espero que mañana sea un mejor día.
Solo alcanzo a suponer que me siento así como resultado del estrés del viaje. Después de llegar a casa pude relajarme finalmente y es como si al irse el estrés me viniera encima el peso de todas las emociones que sentí, positivas y negativas.
No tengo más que agregar. En realidad no hay un motivo, pero amanecí cansada, con mucho sueño y triste. Deprimida. Y tengo tantas cosas que hacer y tanto trabajo que me agobia la idea de tener que ponerme al día. Pero cuando se está así difícilmente se puede avanzar paso a pasito...
Como sea, hoy logré sacar tres traducciones para cumplir con mi trabajo. Cosa de nada. Pero quienes viven con depresión saben que esto es ya un logro.
Espero que mañana sea un mejor día.
domingo, 7 de octubre de 2018
Ansiedad
Hoy no amanecí triste, sino ansiosa. Muy ansiosa. Mañana tengo que salir de viaje una semana y cada vez que lo hago me entra la ansiedad y el nerviosismo. ¿Por qué escribo esto en este blog? Pues porque de alguna forma la ansiedad mal manejada es una ladera de bajada hacia la depresión.
Ahora lo sé. Ya me tomé una cucharada de pasiflora y pude avanzar con algunas cosas, luego estuve un rato apapachando a mi hija, y luego tuve que retomar actividades porque no quiero dejar pendientes. Y entonces nuevamente fluyó la ansiedad por mis venas.
No, no me pone triste. Me estresa, me pone de malas, me siento nerviosa y un tanto asfixiada. No es nada grato.
No sé cómo le hace la gente que viaja con frecuencia para ausentarse de su casa y su familia sin sentirse culpable. Y no, no es que me sienta culpable por ir de viaje. Es que por un lado no disfruto el turismo solitario, pensando en mi hija y mi pareja, o en mi hermana, mi familia... pero por otro lado siento que me ausento muchos días. Y siempre me pesa mucho dejar a mi hija, en medio de la crisis emocional que ella vive. Es angustiante escucharla hablar todo el tiempo del suicidio y las pocas ganas de vivir que tiene y luego tener que irme.
No señores. No es posible irse tranquilo. Siempre deja uno el alma en la casa, con el pendiente de que nada suceda. No me queda más que confiar en Dios y en que Él cuidará de mi hija durante mi ausencia, porque no hay nada más que yo pueda hacer... :(
Ahora lo sé. Ya me tomé una cucharada de pasiflora y pude avanzar con algunas cosas, luego estuve un rato apapachando a mi hija, y luego tuve que retomar actividades porque no quiero dejar pendientes. Y entonces nuevamente fluyó la ansiedad por mis venas.
No, no me pone triste. Me estresa, me pone de malas, me siento nerviosa y un tanto asfixiada. No es nada grato.
No sé cómo le hace la gente que viaja con frecuencia para ausentarse de su casa y su familia sin sentirse culpable. Y no, no es que me sienta culpable por ir de viaje. Es que por un lado no disfruto el turismo solitario, pensando en mi hija y mi pareja, o en mi hermana, mi familia... pero por otro lado siento que me ausento muchos días. Y siempre me pesa mucho dejar a mi hija, en medio de la crisis emocional que ella vive. Es angustiante escucharla hablar todo el tiempo del suicidio y las pocas ganas de vivir que tiene y luego tener que irme.
No señores. No es posible irse tranquilo. Siempre deja uno el alma en la casa, con el pendiente de que nada suceda. No me queda más que confiar en Dios y en que Él cuidará de mi hija durante mi ausencia, porque no hay nada más que yo pueda hacer... :(
lunes, 1 de octubre de 2018
Triste sin motivo
Ayer fue uno de esos días en los que me sentí triste todo el día, con la sensación de llanto reprimido en los ojos. Y la verdad es que no había un motivo.
Sí, extraño a mi mamá, que falleció hace unos meses. Pero ayer no era el luto lo que me tenía así. Es cierto que cuando mi hija pasa el fin de semana con alguna amiga la extraño mucho, pero eso no era para tanto como para tenerme triste.
Incluso en la mañana fui a una nueva iglesia, porque desde que me mudé con mi pareja no había ido a la iglesia y buscando un domicilio -que no hallé- encontré Casa de Pan, entré y me agradó. Me sentí bien de volver a escuchar una prédica.
En realidad no había motivos, pero todo el día me sentí con ganas de llorar...
Eso es la distimia. Gracias a Dios que ahora lo sé. Antes me la pasaba hallando razones para mi tristeza, y obvio, las encontraba. Y al tener una razón para sentirme triste, me seguía con esa sensación hasta que me inundaba por completo, hasta deprimirme.
Hoy ya sé que hay días en los que estaré triste sin motivo. Y ya no me esfuerzo por buscar una razón por la que estoy triste. Reconozco que es mi padecimiento y simplemente lo dejo fluir. Y al hacer eso, le quito fuerza y le quito el poder que tiene sobre mí.
Desde que me diagnosticaron la distimia, estos episodios no suelen durar más de un día. Generalmente me voy a la cama y al día siguiente amanezco mejor. Pero antes, me iba a la cama pensando en todo lo que me tenía triste y al día siguiente amanecía peor...
Hoy es un mejor día. Mañana, ya veremos.
Sí, extraño a mi mamá, que falleció hace unos meses. Pero ayer no era el luto lo que me tenía así. Es cierto que cuando mi hija pasa el fin de semana con alguna amiga la extraño mucho, pero eso no era para tanto como para tenerme triste.
Incluso en la mañana fui a una nueva iglesia, porque desde que me mudé con mi pareja no había ido a la iglesia y buscando un domicilio -que no hallé- encontré Casa de Pan, entré y me agradó. Me sentí bien de volver a escuchar una prédica.
En realidad no había motivos, pero todo el día me sentí con ganas de llorar...
Eso es la distimia. Gracias a Dios que ahora lo sé. Antes me la pasaba hallando razones para mi tristeza, y obvio, las encontraba. Y al tener una razón para sentirme triste, me seguía con esa sensación hasta que me inundaba por completo, hasta deprimirme.
Hoy ya sé que hay días en los que estaré triste sin motivo. Y ya no me esfuerzo por buscar una razón por la que estoy triste. Reconozco que es mi padecimiento y simplemente lo dejo fluir. Y al hacer eso, le quito fuerza y le quito el poder que tiene sobre mí.
Desde que me diagnosticaron la distimia, estos episodios no suelen durar más de un día. Generalmente me voy a la cama y al día siguiente amanezco mejor. Pero antes, me iba a la cama pensando en todo lo que me tenía triste y al día siguiente amanecía peor...
Hoy es un mejor día. Mañana, ya veremos.
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